
Erase una vez una princesa que se salvó sola. Una princesa anónima, de las que camina todos los días por la calle y no le teme al sol o al viento. De las que se tropiezan, pero también de las que se levantan, de las que coleccionan miedos, pero también victorias e interesantes secretos. Nadie habla de su valor; no hace falta tampoco, porque ella lo lleva escrito en su corazón.
No necesitó de un príncipe valiente porque en vez de acurrucarse en un rincón de su celda se atrevió a asomarse por la ventana para observar al dragón y encontrar sus puntos débiles. Porque estudió química y supo fabricar ella misma un antídoto para el veneno, rápido y eficaz, antes de que la paralizase. En este cuento no hubo príncipes ni besos, porque su coraje nació de su interior y no de la inspiración de otros, y su valentía se alimentó del hacer y no del esperar
Hablamos de una princesa que camina por la vida con los ojos abiertos… Una princesa que se salvó sola…..
publicación de la mente es maravillosa